Un sinfín de haciendas yucatecas son visitadas por lo que fueron, pero Chunkanán es de las pocas fincas de la región que todavía puede ser admirada por lo que es.
El inmueble, al parecer fundado y levantado en 1885, se localiza al norte del Estado, a 48 kms. de Mérida y a 5 al sur de Cuzamá. Su nombre maya, españolizado, significa: «Al pie de una planta.
Como muchas otras haciendas yucatecas, esta fue una estancia ganadero-maicera antes de dedicarse a la exportación del entonces llamado “oro verde” (henequén) y alcanzar su esplendor a finales del siglo XIX.
Hoy Chunkanán permanece activa gracias a que es operada por el Banco Solidario y emplea a ejidatarios locales, de Cuzamá, Homún y otras comunidades cercanas, que en ella laboran la fibra para sacar adelante a sus familias.
Su diseño arquitectónico advierte motivos coloniales e influencias neoclásicas o francesas, que tanto impacto tuvieron en México en la época del dictador Porfirio Díaz (1880-1910).
Su casa principal, de dos plantas, está al norte de la plazoleta y tiene inscrita la cifra 1926, quizá signo de remoción. Sigue en funciones al igual que la bodega para sosquil, la capilla y la vasta red de rieles para el transporte material y humano.
A las puertas de las casas de los trabajadores hay plataformas o «trucks», rústicos medios de transporte parecidos a vagones, que les permiten dirigirse a la milpa, transportar a los visitantes o trasladarse a Cuzamá, cabecera del municipio.
En Chunkanán no hay maquiladoras y tanto el agua potable como la energía eléctrica son escasas. Aún así, vale la pena ir a conocer esta joya colonial./Dahemont…
