Pok Ta Pok

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El juego de pelota fue un ritual muy arraigado en la cultura maya. Sirvió, más allá del evento deportivo, como una manera de calmar tensiones o solucionar conflictos sin recurrir a la guerra.

El juego de pelota fue un ritual muy arraigado en las culturas mesoamericanas que sirvió objetivos más allá del simplemente evento deportivo siendo, entre otros fines, una manera de calmar tensiones o solucionar conflictos sin recurrir a la guerra, permitiendo resolver las disputas en una cancha de juego en lugar de un campo de batalla. Aparentemente se podían dirimir pleitos por tierras, tributos, contratos comerciales, etc.

Esta teoría del mantenimiento de límites podría ser una explicación a la distribución irregular de estos campos de juego.

En el «Popol Vul», libro sagrado de los mayas se relata que, en tiempos de la creación del universo, Hun Hunahpú y su hermano estaban jugando a la pelota en una zona cerca del inframundo, molestando con ello a los señores del lugar, propiciando que estos enviaran unos búhos para atraerlos hasta el campo de juego de pelota de Xibalba, situado en el extremo occidental del inframundo. A pesar de estar rodeados de peligro, y debido al cansancio, los hermanos se duermen , siendo capturados, sacrificados y enterrados en el campo de juego de pelota.

Hun Hunahpú es decapitado y su cabeza se coloca en un árbol, originando el nacimiento de la primera calabaza. Al paso de una diosa, la cabeza de Hun Hunahpú le escupe en las manos, haciendo que la diosa concibiera y diera a luz a dos gemelos que se llamarían Hunahpú e Ixbalanqué, que representarían el lado luminoso y tendrían que enfrentarse mediante el juego de pelota a los seres de la oscuridad, en una lucha que fue resuelta en la cancha de juego de Chichén Itzá, considerada por entonces como «el Maracaná» de la época.

En aquellos tiempos, los gemelos retaron a los dioses de la muerte y bajaron al inframundo para vengar las muertes de su padre y su tío a través de este juego, conocido en lengua maya como «pok ta pok», por el sonido que producía la pelota al golpear el suelo y las paredes de las canchas.

De acuerdo con el relato, Hunahpú e Ixbalanqué y los señores de la muerte mantuvieron un duro encuentro, buscando la victoria a toda costa, golpeando la pelota con la cadera para lanzarla cada vez más lejos y a mayor velocidad, mientras que los engendros respondían con destreza a cada uno de los golpes de la pelota. 

Los gemelos se alzaron victoriosos, aunque no lograron resucitar a su padre y más tarde serían sacrificados para transformarse, según la leyenda, en el Sol y la Luna.

Popularización de la pelota Maya

En su época de florecimiento, cuando el sur del territorio de Mesoamérica que incluye la península del Yucatán, se puebla con numerosas ciudades, los mayas construyeron una o varias canchas de juego de pelota en cada una de estas urbes para conmemorar la hazaña de los gemelos. Desde entonces, antes de empezar un partido, todos los jugadores debían rezar a Hunahpú, considerado ya como un dios de la mitología maya.

El espacio, patio o cancha donde se jugaba tenía una connotación similar a los «planos celestes», de tal forma que los jugadores se transformaban en seres luminosos como el sol, la luna o las estrellas; existen especulaciones de que las metas de piedra representaban el amanecer, la puesta de sol y los equinoccios.

Tenemos que destacar que no hay un tamaño de cancha estándar, las medidas del campo de juego varía de un sitio a otro. Especialmente cabe destacar el campo de pelota de las ruinas de Chichén Itzá ya que es el campo más grande de toda Mesoamérica con 166 metros de largo, 68 de ancho y muros laterales verticales de 7.5 metros de alto.

Dadas las características de este campo y la altura de los aros es probable que se jugara con algún tipo de raqueta que lanzase la pelota de hule.

Características de la pelota Maya

El juego de pelota era un juego por equipos, similar al voleibol, en el que se pasaban la pelota de un lado a otro usando solo la cadera, hombros y codos. Al parecer, los equipos estaban formados por un mínimo de dos y un máximo de cinco jugadores (dependiendo del tamaño de la cancha) que se cubrían la cabeza y los codos con unas protecciones llamadas Pix’om.

La pelota era pesada, de hule macizo y botaba debido a la vulcanización del hule, proceso resultante de la mezcla de la salvia del árbol del hule con un cincuenta por cien del resultado de la molienda de la enredadera Ipomoea Alba. Los españoles decían que la pelota parecía estar hechizada, ya que no habían visto un objeto que pudiera botar tanto.

La vestimenta de los jugadores consistía en un taparrabos y protectores de cuero para antebrazos y cadera. En algunas culturas añadían a la vestimenta un grueso cinturón de mimbre o madera recubierto de cuero.

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