Dziú y el maíz

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Leyenda maya que engloba la mayoría de los temas que se abordan en los relatos mayas, en ella se aprecian conflictos de la vida cotidiana y la interacción entre elementos naturales y deidades.

La historia relata como Yuum Chaac, dios de la lluvia, se da cuenta de que los campos del Mayab han perdido su fertilidad, por lo que decide incendiarlos para regenerarlos a partir de las cenizas; llama a todos los pájaros del Mayab y les da la tarea de salvar las semillas de cada una de las plantas para poder sembrarlas y tener mejores cosechas.

Dziú o Tordo Molothrus un pájaro con plumas de colores y ojos cafés fue el primero en llegar, seguido de Toh, un pájaro de color negro y larga cola. Dziú pensaba en recoger la semilla del maíz pues era una de las más importantes para la vida, Toh en cambio quería recoger la misma semilla para ser visto y envidiado por los demás.

Cuando Yuum Chaac dio la orden de salida, Toh emprendió veloz camino empujando a Dziú, cosa que a este último no le importó y siguió su camino con calma.

Confiado Toh, en la gran ventaja que le tenía a los demás decidió descansar un poco, quedándose dormido casi al instante. Para cuando Toh despertó se dio cuenta de que los otros pájaros ya lo habían alcanzado, por lo que velozmente se dirigió a los maizales, donde Dziú estaba por llegar.

Sin embargo, el fuego había avanzado demasiado y consumía rápidamente los maizales, así que Toh invadido por el miedo decidió recoger una semilla de tomate que no representaba tanto riesgo. Dziú en cambio firme en su propósito ingresó a los maizales sin importarle que el fuego quemara sus alas y salvó una semilla de maíz.

Los ojos de Dziú ahora eran rojos y su plumaje gris, pues se había acercado demasiado al fuego.

Yuum Chaac y los pájaros decidieron reconocer la valentía de Dziú, así que acordaron que a partir de ese día podría poner sus huevos en cualquier nido y los pájaros los cuidarían como si fueran de ellos. Y desde entonces el Dziú no se preocupa por construir sus nidos ni cuidar a sus crías.

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