El 4 de enero de 1542, la vieja ciudad de T-Ho’ se rindió al poder de las armas españolas, después de valerosa defensa por parte de los mayas, y el 6 del mismo mes y año, Francisco de Montejo, el Mozo, fundó solemne la ciudad de Mérida. Los primeros vecinos fueron 109 hombres, quienes comenzaron a acrecentar el mestizaje, pues aunque algunos eran casados, sus esposas estaban ausentes. Pocos fueron los que contrajeron matrimonio legítimo con las indias, pues la nobleza maya carecía de áureas riquezas.
Con lo fecunda que es la raza maya, la clase mestiza creció rápidamente pero su baja categoría y su pobreza les impedía habitar en el centro de Mérida, en donde moraban los españoles y los descendientes legítimos de ellos. Entonces sus progenitores les señalaron para su residencia las barriadas, especialmente las de San Cristobal y Santa Ana. Las familias españolas veían con desprecio a los mestizos, que utilizaban como servidumbre y de ningún modo les permitían mezclarse en sus actos sociales. Los mestizos por su parte se consideraban superiores a los indios pues en la sociedad ocupaban el tercer lugar y los indios el cuarto (el primero pertenecía a los españoles que habían llegado directamente de España y el segundo a sus descendientes legítimos nacidos en América).
Después de que se juró en Yucatán por segunda vez la Constitución, el 8 de mayo de 1820, el mestizo comenzó con cierto temor a elevar su condición. Sus hijos tuvieron ya cabida en los colegios y, con gran disgusto de la clase alta, muchos de ellos se elevaron al mismo nivel intelectual que sus opresores y sucedió lo que éstos temían, pues empezaron a ocupar puestos de alguna importancia en el gobierno. Los mestizos, al cambiar de condición, cambiaban de traje y abandonaban las barriadas.
Por muy largos años, los mestizos fueron señalados y mirados de menos por lo españoles hasta el año de 1847, en la que los indios se levantaron en armas contra los blancos. En esta época la distinción de clases ya no era tanto racial sino social. Los mestizos ya estaban avanzados en el manejo de las armas y como se hallaban más en contacto con los blancos que con los indios, se unieron a éstos, lo cual terminó uniendo a las dos clases.