Las Yemas de Santa Teresa o Yemas de Ávila son un dulce tradicional hecho a partir de yemas de huevo, azúcar y limón, en ocasiones lo vemos con zumo de limón y otras veces sencillamente infusionando la piel del cítrico. El resultado, seguramente todos o conocen, unas bolitas anaranjadas cubiertas con azúcar glas, con una fina capa crujiente, provocada por el endurecimiento del azúcar, y muy suaves en el interior, un bocado que se funde en el paladar.
Con la receta de Yemas Santa Teresa que hoy os mostramos saldrán unas 18 unidades haciéndolas un poco más pequeñas de las originales, así nos permitimos repetir, ya sabéis que es un dulce muy calórico del que no debemos abusar, y con la de dulces navideños que nos esperan en los próximos días…
Si quieres preparar Yemas de Santa Teresa para servir junto a los polvorones, mantecados y turrones estas fiestas, no conviene que las hagas con mucha antelación, es un producto muy delicado y además, pierde cualidades con el paso de los días. La elaboración no es complicada, así que puedes hacerlas el día anterior y sobre todo, conservarlas en el frigorífico en un recipiente bien tapado.
Ingredientes
- 12 yemas de huevo (L)
- 100 ml. de agua
- 200 gramos de azúcar
- piel de limón (un trocito y sin albedo)
- azúcar glas.
Elaboración
Pon el agua, la piel de limón y el azúcar en un cazo al fuego, cuece a fuego medio hasta conseguir un almíbar, debes retirarlo antes de que tome color. En un cuenco vierte las yemas, bátelas ligeramente y pásalas por un colador.
Vierte el almíbar muy lentamente sobre las yemas (recuerda por qué añadir los ingredientes calientes a los fríos) a la vez que bates con las varillas de mano, una vez bien mezclado, pasa el preparado a un cazo y cuece a fuego lento sin dejar de batir hasta que las yemas se sequen y se despeguen de las paredes.
Deja enfriar la yema cocida, puedes dejarla reposar unas horas e incluso hacer las bolas al día siguiente. El procedimiento será bien sencillo, pon azúcar glas en un plato y haz porciones de la masa de yemas que pasarás directamente al plato con el azúcar, rebózalas previamente para que no se peguen a las manos y forma las bolas, vuelve a pasar las yemas por el azúcar y ponlas en cápsulas de papel (como las trufas).
Ya tienes listas las Yemas de Ávila, guárdalas en el frigorífico hasta el momento de servirlas y recuerda no poner unas encima de otras, pues son muy delicadas y se deformarían. ¡Que las disfrutes!