La canción es una de las manifestaciones de mayor genuinidad del alma yucateca, expresión que tiene la particularidad de ser típicamente criolla. Particularidad de la canción yucateca es la hermosura y corrección literaria de su texto. El conjunto musical consagrado al acompañamiento de la canción vernácula, consta de cinco instrumentos: dos guitarras requintas, dos guitarras sextas españolas y un guitarrón.
La historia trovera de Yucatán se inicia en el último tercio del siglo XIX, con Cirilo Baqueiro Preve, Chan Cil (1848-1910), violinista e inspirado trovador y compositor de variados temas románticos y festivos, a quien se reconoce como el padre de la canción yucateca por su fecunda producción musical que abarca romanzas, valses, habaneras, mazurcas y festivas guarachas.
Después, la canción vernácula yucateca alcanza plena identidad, y desde luego, reconocimiento nacional e internacional, en los años veinte del siglo pasado, llamado con acierto época de ordo de la Canción Yucateca, por las invaluables aportaciones musicales de Ricardo Palmerín (1887-1944), Pepe Domínguez (1900-1950) y Guty Cárdenas (1905-1932).
Estos compositores contaron con el aval poético de Luis Rosado Vega (1873-1958), Ermilo Padrón López (1898-1978), Ricardo López Méndez (1903-1989) y otros grandes de su tiempo, para dar vida a hermosas canciones de magnífica factura que despertaron interés en los grandes centros de difusión musical: México, La Habana y Nueva York. Y desde esos puntos de propagaron, a través de grabaciones discográficas, a toda la América Latina.
En este período, precisamente, se consolidan la clave y el bolero, originarios de la isla de Cuba, y el bambuco, originario de Colombia y traído a Yucatán en 1908 por el dueto de Pelón y Marín.
La segunda mitad del siglo XX se caracteriza por las valiosas composiciones de Pastor Cervera (1915-2001), que borda sus temas melódicos, a partir de 1954, en los ritmos tradicionales de bolero, clave, capricho y bambuco, como lo hicieron los grandes que le antecedieron, pero con un novedoso y eficaz texto poético de su propia inspiración, en la gran mayoría de sus canciones.
Y, definitivamente, el prestigio cancioneril de Yucatán se universaliza, a partir de la década de los sesentas, con la aparición del exitoso cantautor Armando Manzanero (1935). Sin duda, el más prolífico y difundido compositor mexicano de nuestro tiempo y una de sus más notorias figuras internacionales, quien tiene por legítimo orgullo haber nacido en Mérida y en un hogar en el que la trova y la jarana tradicionales ocuparon siempre un lugar preferente en su vida cotidiana.