por Miranda Heredia
El estado de Yucatán es famoso por su vasta red de cenotes, formaciones naturales que han sido veneradas por las culturas prehispánicas y que hoy en día atraen a turistas de todo el mundo. Entre estos, el Cenote Xlacah destaca no solo por su impresionante belleza natural, sino también por su importancia histórica y cultural.
Ubicado en la zona arqueológica de Dzibilchaltún, a tan solo 20 kilómetros al norte de Mérida, el Cenote Xlacah es uno de los más accesibles y conocidos de la región. Su nombre, que en maya significa «pueblo viejo», refleja la antigüedad del lugar y su relevancia para las civilizaciones mayas que habitaban la zona. De hecho, los arqueólogos han encontrado numerosos artefactos en sus aguas, lo que indica que el cenote fue un lugar sagrado y de gran valor para los antiguos mayas.
Lo que hace único al Cenote Xlacah es su forma alargada, que se asemeja a una piscina natural de aguas cristalinas y tranquilas. A diferencia de otros cenotes más cerrados o en forma de caverna, Xlacah se encuentra a nivel del suelo y está parcialmente abierto al cielo, lo que permite que la luz solar bañe sus aguas durante el día, creando un espectáculo de colores que van desde el azul profundo hasta el verde esmeralda.
El cenote tiene una profundidad variable, con áreas poco profundas ideales para nadar y otras que alcanzan más de 44 metros, lo que lo convierte en un lugar perfecto tanto para principiantes como para nadadores experimentados. Sumergirse en sus frescas aguas es una experiencia revitalizante, especialmente después de recorrer las ruinas de Dzibilchaltún bajo el sol yucateco.
El entorno del cenote también es digno de admiración. Rodeado de una exuberante vegetación, el lugar ofrece un ambiente sereno y relajante, perfecto para quienes buscan un escape de la rutina diaria. Además, la cercanía con la zona arqueológica permite combinar la experiencia natural con un viaje al pasado, explorando los antiguos templos y edificios que aún permanecen en pie.
Para los amantes de la naturaleza y la historia, una visita al Cenote Xlacah es imprescindible. Aquí no solo se puede disfrutar de la belleza natural de Yucatán, sino también conectarse con las raíces profundas de la cultura maya, en un entorno que ha permanecido casi inalterado por siglos.
El Cenote Xlacah no solo es un lugar para nadar, sino una ventana al pasado y un refugio de paz. Visitarlo es sumergirse en una parte vital del legado yucateco, donde la naturaleza y la historia se entrelazan en un espectáculo de impresionante belleza.