Los vestigios de esta zona arqueológica se encuentran ocultos en la selva a media hora de Valladolid. Su esplendor radica en las murallas, estelas, murales, plazas y suntuosos palacios que fueron construidos en el Preclásico Medio y cuyo esplendor duró hasta la llegada de los españoles.
Ek Balam es un ejemplo de cómo los antiguos mayas se conectaban con otras ciudades a través de los sacbés, caminos blancos que resplandecían en la oscuridad de la selva. Precisamente, son éstos los que conducen a los visitantes hacia los basamentos primordiales del sitio arqueológico.
La Acrópolis merece toda nuestra atención, al tener un palacio de 31 metros de altura que muestra diferentes etapas de construcción. Está conformado por diversos cuartos abovedados que se comunican por pasadizos.
La fachada está rematada por colmillos gigantes que emulan el hocico de un jaguar, además de esculturas aladas con rostros mayas. En el interior del basamento se halló una ofrenda dedicada al gobernante Ukit Kan Lek Tok, un glifo emblema confirma que Ek Balam estuvo bajo su mando.
Algunos de los objetos que se le ofrendaron fueron: conchas, pectorales de jade, fragmentos de orejeras y collares. En otra área se admiran mascarones, frisos y estatuas pétreas con alusiones al jaguar y a sus gobernantes, lo que nos muestra que se trató de una ciudad que estuvo al margen del culto a Kukulkán.